Estar en primera fila...
... Tiene sus inconvenientes. Sobre todo en la sala Arena (ahora rebautizada por la publicidad Sala Heineken) y en un concierto de Keane. Bah, no quiero aburriros con la "crónica de un concierto más", pero la verdad es que este me gustó mucho. Keane no usan guitarras, y aún así su música llena el ambiente de electricidad y magia... No son mis favoritos, pero me encantaron. Tom Chaplin me tendió la mano aunque sólo pensara en sí mismo la hora y pico que duró el concierto, me miró a los ojos, y aunque no esté bueno (parece un cerdito jiji), ¡qué coño! tiene una voz muy bonita, y se le entendía lo que decía en inglés, no como a otros. El pianista es otra historia... he llegado a la conclusión de que padece algún tipo de esquizofrenia que muestra su máxima y devastadora expresión cuando ve un teclado... Empieza a pisotear cucarachas inexistentes con auténtica mala leche y de vez en cuando quiere comerse las teclas. Cuando no, se deshace en gemidos que afortunadamente nadie oye. El batería tiene un tic raro en el cuello, que no llega al nivel de Alonso Caparrós pero que puede asustar. Bueno, como podéis comprobar,la verdad es que fueron bastante sosetes. No salieron al final y sólo habló el cantante para decir grasias grasias, Muchos thank you, Madrid is a very sunny town, this is my favourite song, pero na más.
Las luces, muy chulas y capaces de dejar epilépticos a un millón de niños japoneses (con razón está el pianista como está), pero lo mejor fue que tenía los altavoces a medio metro de mis manos extendidas... Acabé sorda. Menos mal que en medio habían establecido su residencia tres gorilas de los muchos y variados que posée la sala, que amoriguaron las ondas mortales con sus musculosos brazos tatuados. Eso sí, no me pareció nada bien que cada vez que el cantante extendía la mano se ponían en plan cazurro a amenazar a la gente. Joder, tampoco había tanto pirado. Ya me encargué yo de escupirle en la cara al matón, ya... entre grito y grito...
Tocaron del primer disco pero estaban allí para presentar el nuevo: Under the iron sea, con alguna que otra sorpresa agradable... y no tanto, pero ya se sabe que el directo perdona muchas cosas. Sí, lo sé, parecen tres pobrecicos emokids amargados salidos de cualquier bar de mala muerte, pero todos tenemos nuestro punto melancólico. No tiene sentido negarlo.
En definitiva, que el cantante se cayó dos veces (con tanto cable, ya se sabe XD), que eramos poca gente y que un concierto merece la pena verse desde la esquina delante-derecha aunque los fotógrafos siempre jodan las dos primeras canciones y los ingleses nunca sean tan puntuales como dice el saber popular. No sé si os gustarán, pero el nuevo disco merece una oportunidad, aunque no tengan guitarras...
Saludos ;)
(Marta, tendrías que haber venido...)
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